Ayer, Hoy y Mañana: excepcional presentación del Norma Winstone Trío
En la que fue la última noche del Teatro Real para la décima edición del CBA Jazz, la cantante británica Norma Winstone fue la protagonista de un recital perfecto.
La banda local No Tan Trío se encargó de la apertura de sala con una presentación que mostró a una banda consolidada, eficaz y con un segundo disco en la gatera. Un tren jazzero de alta velocidad impulsado por la fuerza del bajista Rodrigo Saldaña. Hubo tiempo para un bis, concesión de los programadores por ser la última noche en el teatro, donde el grupo se develó como un poderoso trío (cuarteto cuando se suma Ramiro Camaño en la percusión) de latin/funk/jazz.
Luego la potencia dio paso al asombro. His Eyes, Her Eyes, una misteriosa melodía que se va desplegando como un capullo, evidenció que nadie estaba preparado para lo que se iba a escuchar. El silencio de la platea, despojada, sin capacidad de reacción, rompió en un fuerte aplauso que sorprendió incluso a los músicos. La ceremonia había comenzado.
El Norma Winstone Trío recorrió la música de su último disco, Descansado, canciones de películas seleccionadas por adaptarse a la estética de Winstone o que, si no la hacen, la delicadeza y pertinencia de Glauco Venier se encargan de arrastrarlas hacia el territorio que le es propio a la cantante inglesa. Un repertorio unido con un cuidado estético verdaderamente deslumbrante que quedó ilustrado en el modo en que el pianista italiano se deslizó desde el tema Ieri, Oggi, Domani hacia la música de Amarcord; e incluso la forma en que lo finalizó dejando caer como una pluma cada una de las notas que dibujaban la melodía, con lentitud y evitando que tocaran el suelo del Real.
En el centro del escenario, Norma Winstone fue repartiendo el juego entre sus músicos. Klaus Gesing se mostró como un solista intenso y drámatico en el soprano y un músico de texturas cuando tocaba el clarinete bajo. En esa expresión mínima, sin una entidad rítmica visible, la voz de la cantante fue alzándose como una presencia tangible. Buscando la angularidad de las canciones, con un fraseo etéreo y sólido a la vez (en varias oportunidades se declaró admiradora de Frank Sinatra) alternó sus improvisaciones sin palabras con las palabras que ella misma había creado para las canciones. En esa dialéctica, la palabra que nombra lo que no es y el sonido que alude a lo que no puede ser nombrado, se tensó el recorrido que trazó el trío. El aplauso del público devolvió la sabiduría de Winstone al sector iluminado del escenario para un bis extraordinario.
Norma Winstone, con un andar vacilante propio de su edad, se retiró con una sonrisa en el rostro. “Beautiful” le dijo este cronista. “Gracias”, contestó la cantante, “verdaderamente lo disfruté”. Bajó de costado las escaleras que dan a los camarines. Lo hacía tarareando una canción que no pude identificar.
M.B.