Una épica del retorno

CBA JAZZ | 2019

Una épica del retorno

A sala llena, sin un espacio libre en el renovado Teatro del Libertador, Fernando Huergo junto a la Banda Sinfónica de la Provincia de Córdoba abrieron de forma magistral la décimo primera edición del CBA Jazz.

 

Nervios, ansiedad, adrenalina. Todo estreno pone a sus protagonistas sobre un abismo. Y este, en particular, lo hizo por partida doble: por la responsabilidad de abrir el Festival más importante con que cuenta la Provincia de Córdoba y por tratarse de un repertorio, en su mayoría inédito, de una dificultad que llevó al límite la capacidad de los músicos.

Pero desde el primer sonido que surgió de ese conglomerado de talentos que es la Banda Sinfónica, la música fluyó con una espontaneidad que contradijo las sensaciones iniciales. Aires de tango, ya en el inicio, a través del tema El Hacedor (en honor a Jorge Luis Borges) uno de los dos temas que Huergo arregló especialmente para el cuerpo estable de nuestra Provincia y que exhibió las constantes sobre las que iba a desarrollarse el concierto de apertura: un diseño superlativo de tensiones y distensiones alternados entre los bronces y las maderas, una dirección artística impecable (Hadrián Ávila Arzuza) y una justeza abrumadora de los solistas. Continuó con el tema Father and Son, una composición dedicada a su padre, una dulce melodía con un acorde final de Andrés Copa verdaderamente inquietante.

A partir de ese momento, con los dos temas iniciales funcionando al modo de obertura, el recital pasó al formato de Big Band. La transición la llevó a cabo Fernando Huergo haciendo una versión de El Día Que Me Quieras en bajo solo. A partir de ese momento, con la entrada de César Elmo a la batería, la noche adquirió otra dinámica. Possibility of Change marcó el pulso de las exigencias que impone la música de Huergo. Complejidades rítmicas, tensividades diseñadas para las secciones (alternado entre ellas el trazo y el fondo de la composición) y apretados cambios armónicos. Ese cocktail, que eriza los pelos de cualquier músico (y explicaba a su modo la tensión inicial), es la esencia del arte de Fernando Huergo.

La trama del concierto se deslizó sobre esos carriles; en algunos temas se agregó color al arreglo con la incorporación de oboes y clarinetes (Caipira), y en otros se reveló la extraordinaria y arriesgada potencia creadora del bajista cordobés: la chacarera funk que hizo Huergo del tema Epistrophy va a quedar en el recuerdo de los asistentes.

El concierto finalizó con el tema Ascenso, composición de Fernando para celebrar los logros del club de sus amores (Talleres de Córdoba), un tema que tradujo a sonidos la pasión y tensión que vive el hincha. Hubo un bis, el tema Processional, al cabo del cual todo fue una fiesta. La alegría de los músicos era indisimulable, se había alcanzado una noche perfecta: la dirección artística, la consistencia de las distintas secciones de la banda, cada uno de los solos que se fueron interpretando (donde los músicos locales demostraron estar a la altura del mejor jazz internacional) y el entusiasmo del público que acompañó hasta el final el recital.

“Alguien dijo una vez que yo me fui de mi barrio. ¿Cuándo… pero cuándo? ¡Si siempre estoy llegando!”. Su padre, Borges, Talleres, chacareras, tangos, milongas, preocupaciones y cavilaciones personales, amigos… Los versos de Aníbal Troilo se hicieron sonidos la noche del jueves a través del talento de Fernando Huergo.

M.B.