La Noche del Cazador – «Jazz Play» por Mariano Barsotti
Sobre el Córdoba Jazz Festival se escucha, se escribe y se mira. Pero el núcleo de aquello que convoca no es otro que el sonido.
El sonido de ese artefacto, que el tiempo y el espacio han cincelado de diversa manera pero que fácilmente se reconoce bajo el rótulo de jazz, es perseguido a través de distintos medios. La escritura, desde el lugar de la carencia, ha tratado a través de distintos procedimientos romper su mediatez constitutiva, su angustia de la corrección siempre al alcance. El jazz, en cambio, se produce desde lo irreversible: bien o mal, a tiempo o fuera de él, en armonía o fuera de ella, en consonancia o disonancia. Pero su suerte está echada con una orgullosa fatalidad. Y esa fatalidad del jazz es la falta de la escritura; el alivio del posible error ya cometido frente al regusto de lo perfectible.
Quienes hemos presenciado las distintas ediciones del Festival de Jazz nos percatamos que a la par de los músicos, sonidistas, iluminadores, están siempre presentes un par de personas que recorren inquietas, con sus cámaras en mano, las cercanías del escenario.Julio Audisio y Marcos Allende sobrevuelan el escenario como moscas de bar. Van de aquí para allá trazando trayectorias en apariencia arbitrarias, a contramano del escucha atento, del melómano obsesivo. Cambian lentes, buscan ángulos, procuran o evaden, depende el caso, la luz. Porque, resulta una obviedad, la fotografía es luz y su velocidad es mayor que la del sonido. Ese sonido que en el caso del jazz es primigenio, pero en el caso de un recital es coprotagonista de la luz. Y como cuando se interpreta jazz no hay literatura pero sí imagen, un fotógrafo se enfrenta al músico desde otro lugar que el escritor.
El fotógrafo no persigue de forma maniática algo que no puede alcanzar. El fotógrafo es más bien un cazador. Pero una especie particular de cazador, uno que al atrapar a su presa, esa presa vital e inaprensible en su propiedad sonora, la traduce a un lenguaje nuevo. Que al atrapar no mata: da en cambio una vida diferente a su víctima. Pone luz allí donde había sonido. Y esa vida nueva, creada por el fotógrafo en el acto de caza, produce nuevos sentidos.
Es así que los sentidos hablan desde la modalidad de caza adoptada. Modalidad que evidencia estilos de fotografía diferentes.
Marcos Allende es una especie de pintor clásico. Un obsesivo de la composición que dispone los elementos (los aguarda en realidad, con paciencia oriental) de modo tal que se alineen en geometría perfecta. La espera paciente de un Billy Harper, con aspecto de clérigo experimentado, para predicar sus salmos en exhuberante tenor; los gestos de una calculada naturalidad en prolijo claroscuro de Gaby Beltramino; la calma antes de la tormenta retratada en la piel de Javier Girotto; el interplay exaltado de Paolo Fresu junto a su banda; el aura frenética de Sur Oculto.
Julio Audisio es en cambio un artista moderno que expone, a través de distintas variantes compositivas, su comprensión del fenómeno musical. Yuxtapone, desplaza y condensa. Separa la mirada del referente para crear un sentido nuevo que amplía su alcance estético. Es una actividad crítica la que lleva adelante, y como todo buen crítico proyecta el goce estético de la obra criticada. Aunque en este caso, a la par de la actividad de poner en crisis, traduce los materiales a un nuevo formato: la fotografía como texto musical. Sus imágenes mudas permiten presumir el sonido.
A partir de las fotos de Allende podemos intuir la belleza del jazz; desde las de Audisio, la vitalidad de la música.
Mariano Barsotti, Córdoba, 2017
Comunicador Social y actualmente trabaja en la UNC. Desde principios de la década del ’90 y hasta el año 2013 realizó el programa Nada de lo Mismo en distintas radios de nuestra ciudad orientado a difundir las distintas vertientes del jazz moderno. Ha escrito en distintas revistas del medio local como La Central, La Intemperie y Gaceta Deodoro. Ha trabajado como periodista en diferentes ediciones del Festival Internacional de Jazz de la Provincia de Córdoba.