Música en estado de alerta
Un miércoles 9 de diciembre del año 2009 el guitarrista Daniel Corzo se presentaba en el Teatro Real para abrir la sexta jornada de la primera edición del CBA Jazz. En simetría casi perfecta, la décima edición puso en el centro del escenario al exquisito músico que volvió a fascinar a su público con un repertorio de standars dentro del cual se destacó un sentido homenaje al recientemente fallecido, puntal de la música de Córdoba, Francisco “Pancho” Barroso.
Sin dilaciones, apenas finalizado el recital de Corzo, empinó las escaleras del escenario una de las apuestas fuertes del Festival. Así como el año pasado el San Martín recibió la visita del Mathew Shipp Trío, un exponente del free jazz estadounidense, o en la edición 2016 Tony Malaby exasperó algunos ánimos desprevenidos en Cocina de Culturas al igual que Myra Melford durante la sexta edición, este año ese espacio estilístico lo ocupó el Sylvie Courvoisier Trío.
A lo largo de una hora y media la pianista suiza recorrió composiciones de sus últimos dos discos junto a Wollensen y Gress (Double Windsor y D’Agala) más alguna perla inédita. Por supuesto que no faltó su habitual bagaje de técnica extendida y los gestos de emancipación propios del free jazz negro encarnado por Cecil Taylor. Pero a diferencia de Shipp, el ejemplo más cercano, Courvoisier los trae a la contemporaneidad alejándose de una tradición afroestadounidense que politiza los recursos técnicos.
El trabajo artístico de Sylvie se encuentra más cercano a dinámicas de experimentación propias de un ámbito que se pretende autónomo. En ese contexto, cada tema interpretado por el trío reclama su propia clave de lectura. Hay espacio para la estructura pero también para romper con ella, hay lugar para la dinámica pero también para la falta de ella, hay espacio para la melodía pero también para la interrupción de la secuencia. En ese cuadro de discursos cruzados, es primordial el rol que llevan adelante sus músicos. Dos verdaderos exponentes de sus respectivos instrumentos que tienen la ductilidad para interpretar el sentido de los planteos de la pianista. Párrafo aparte el extraordinario trabajo textural que llevó adelante Wollensen a lo largo de todo el recital.
Si alguna frase se pudiera acuñar para ilustrar la música de Courvoisier, podría ser “no solamente”. Es una estética que no se define por la ausencia de atributos, sino por la no exclusividad de ellos. Hay una persistencia en la insistencia con la que el Sylvie Courvoisier Trío lleva adelante su música. Un trabajo inquietante, que deja más preguntas que respuestas. Un verdadero logro artístico.
M.B.