El sonido de las bestias
Las presencias internacionales del Festival comenzaron con el recital brindado por María João y Guinga a sala llena del Teatro Real.
“La música de jazz me moldeó el gusto por la improvisación, me enseñó a no quedarme satisfecha repitiendo siempre lo mismo, a intentar nuevos caminos” decía María João en una entrevista de hace más de 20 años, en la revista Cuadernos de Jazz, cuando apenas comenzaba a ser una celebridad. Pasado el tiempo que ha pasado el único camino que María João no ha atravesado es el que la desvía de esa declaración de principios. Porque habiéndose establecido como una especie de bestia salvaje de la improvisación vocal, desde hace unos años aceptó el desafío de someterse al universo musical de Guinga. Un universo angular y sofisticado que parte de la música popular brasilera para transformarse ni más ni menos que en música de Guinga. Una música con sus propias reglas, con su estructura, con sus tensiones.
Se trataba de la presentación del disco Mar Afora (Mar Afuera) título que menta al espacio que separa pero a la vez conecta la música de Brasil y Portugal. La música del disco ha surgido de las profundidades creativas de Guinga, en la actualidad unos de los compositores más estimulantes que tiene el país vecino, portador de un sincretismo estético preciso, coherente y sólido. El recorrido propuesto en la placa se traza por medio de la guitarra, incorporando por momentos su voz para marcar contrapuntos y coloraturas en oposición al estilo exuberante de la cantante portuguesa.
Durante más de una hora el público cordobés asistió a un ejercicio de autocontrol artístico por parte de María João sometida por propia decisión a los parámetros compositivos del guitarrista brasileño. A veces se tenía la sensación de ver a un león enjaulado, sabiendo que lo salvaje estaba contenido pero al acecho.
En esa suspensión del clímax se movió absolutamente todo el recital. Por eso el público explotó en aplausos en el medio del tema Contienda, el único momento en que la bestia fue liberada para mostrar de cuanta furia creativa era capaz. A partir de ese momento Guinga se develó como una especie de domador, actuando con firmeza pero con respeto. Así arribaron al tema final donde ambos corrieron a la par, con el propio guitarrista acompañando la arremetida liberadora de María João. Quedó planteado de ese modo el concepto artístico de Guinga: la forma, la estructura, la composición en definitiva, no obtura la belleza de los gestos de libertad sino que permite apreciarlos en su verdadera dimensión.
En la conferencia de prensa que brindaron durante la víspera María João insistió en que su música era solar mientras que la de Guinga era lunar. Después del recital del jueves quedó claro que si bien la luz del sol genera sombras la de la luna produce misterios.