Madurar la Música · Sobre la clínica de Guillermo Klein

CBA JAZZ | 2017

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Clínica Guillermo Klein

Madurar la Música · Sobre la clínica de Guillermo Klein

Madurar la música

La clínica sobre composición musical dictada por Guillermo Klein en el marco de esta novena edición del Festival Internacional de Jazz de Córdoba, evidenció ante todos la generosidad de un creador maduro. En las casi dos horas en las que se explayó sobre el trabajo del compositor dejó trazada una hoja de ruta precisa que seguramente tendrá efectos concretos y perdurables en el jazz y en la música de manufactura local.

La experiencia puede ser un peso paralizante, pero puede ser también una forma de dirigir y de orientar la creatividad. Esta fue la actitud productiva que asumió Klein al encarar la clínica, consciente de estar interviniendo en un proceso y de ser capaz de aportar para potenciar su desarrollo. Así, señaló algunas condiciones que abren puertas a la composición y destacó el desprejuicio, el disciplinamiento del gusto personal y a la vez la búsqueda de una convicción propia en el trabajo creativo. Y sumado a todo esto, la necesaria confianza en la intuición. Dos conceptos sintetizan, de alguna forma, las ideas volcadas por Klein: el método y la reflexión. El método para poder desmenuzar la música, encontrar lo más esencial que sustenta una composición, desandar el camino de compositores y probar, en el medio, caminos propios. El método entraña estudio, la curiosidad del oído que indague en posibilidades que han quedado abiertas, incluso en algo que ya se hizo. Si una idea es buena, seguro alguien ya la tuvo antes, marcó en algún momento Guillermo Klein, y es importante volverse hacia esa idea, estudiarla y desarrollarla de varias maneras. Y eso es algo que requiere reflexión, el trabajo de volver sobre la práctica y saber conscientemente lo que se está haciendo y lo que se quiere hacer. La comprensión del propio trabajo es en definitiva una condición indispensable para que no sólo la música, sino cualquier arte, resulte elocuente y tenga algo para transmitir.

En la creación del artista está su objetivo y eso no puede reemplazarse por vuelcos sustitutos. El músico se debe a la música, no a sí mismo. Quedó así marcado por Klein cuando señaló que el buen compositor y, por transición también el buen músico, tienen que hacer que la cosa funcione, ponerse a la par de la obra, a la par del intérprete y ayudar a que marche la música, que fluya por donde le corresponda fluir. La consciencia de esa tarea no es fatal, sino el producto de una búsqueda insistente que lleva a madurar al músico y, sobre todo, a madurar la música.

Franco Boczkowski